12/12/08

Las bestias

Allá en mi lecho caliente
escuché que decías: vete, vete, serpiente!
no pensé jamás en tu suerte
saldrías limpio, acicalado y fuerte.
No soñabas, ni creías en la muerte.

El tiempo es generoso,
la desdicha aveces es gozo
Qué fausto te decías
cuando en su pecho reías
astuto, nido de hipocresías.

Escupía yo tus palabras en mi boca
me quitaba el sudor debajo de la ropa
y una daga que mi vientre traía
orgullosamente te destruía, arpía!
Era mi alma la que se hundía.

Y nuestra historia se fue como la sangre
que en el suelo se desvanecía, pobre!
más las almas son inmortales
ahora no me importan tus modales,
ni tus encantos, ni mis llantos, ni los puñales.