8/12/07

Desatarse

Hay una gran impotencia y envidia rodeando mi cabeza, cada vez más, cada vez se hace más real, más auténtico. Y crece cuando se elevan las risas de gente que va por la ruta del mundo. Algo desciende por mi rostro, va llegando a mis manos. Lo reconosco, es furia, la más grande de las furias que se pueda concentrar en dos manos. Pero no quieren golpear, no quieren salir, quieren quedarse enclaustradas en mis puños, desean sentir su propia ira sobre ella, la presión atónita, intentando descifrar qué es peor, si matarse uno mismo o matar al resto.

Después de unos minutos todo habrá pasado, la furia se habrá desvanecido, en hileras entrecortadas por todo mi cuerpo. Ya casi no me reconoceré. Camino entonces para recordar qué camino debía tomar antes de saltar a las penumbras de una vida.

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