Hace algún tiempo,
células de otro individuo se multiplicaban en mí.
se construía y migraban sin perdón
Lo destruí.
Imcomprensiblemente, no sentí pena.
Solo hubo dolor físico.
No sentí maternidad. Jamás.
El sentido del altruismo divino y la misericordia
no se posaron, ni de puntillas
acurrucada, doblegada, salvada
del pecado humano más grande: procrear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario